martes, 7 de junio de 2011

Sorpresas te da la vida

Era una tarde bochornosa por el calor y la humedad. Ed Harris interpretaba en su piano piezas nostálgicas; de sus mejores tiempos. Simon era enfermo mental y seguía en su eterna duda existencial pero con frecuencia tenía momentos inesperados de lucidez. Las mujeres pasaban junto al ventanal con abanicos y prendas seductoras que se pegaban al cuerpo y el ventilador, solo hacía ruido. Aquella tarde Susan estrenaba sujetador y medias de seda. Acariciaba sus piernas con suavidad más allá de las rodillas, como enseñando la frontera de lo prohibido a menos de pagar un precio. Thomas no distraía la mirada de sus ojos y ella sabía como ganarle unos dólares en poco tiempo. Su dedo indice acariciaba su pecho siguiendo la curva del sujetador; hundiendo el indice hasta el corazón como si fuera mantequilla para el alma. Fumaba cigarrillos largos con boquilla y toma Ron importado de Cuba. Su vida se limitaba a subir y bajar escaleras hasta vaciar los bolsillos y Thomas aquella tarde tenía ganas...
John Sanders era un trabajador que sabía ganar y gastar el dinero. Era valiente en cobrar deudas y todos le respetaban porque no se andaba por las ramas. Entró de la misma manera que lo hacen los dandys y Susan ya sabía que llevaba dinero encima. Sin apenas mediar palabras los dos subieron hasta su cuarto. Ella le dijo que había pasado mucho tiempo sin verlo y que lo echaba de menos. John se bajó los pantalones y le enseñó su sexo. Tenía los testículos enormes y el pene estaba totalmente hinchado. Susan sabía que estaba enferma y que ultimamente todos sus clientes cogían la venerea pero, john le daba un miedo atroz.

Abajo en el salón se escucharon gritos y bofetadas. Thomas sacó su pistola y Ed dejó de tocar como si el diablo viniera al local para cobrar una deuda... Thomas subió y de una patada abrió la puerta. Susan volvió a gritar: dos tiros y un horrible silencio...
Simon con una sonrisa de medio lado dijo: Si alguna vez la vida me sorprende, no será por lo que me suceda sino, por aquello que nunca existió. Esta vida es un pozo sin fondo y a veces el diablo está en el vacío de la sin razón. Apuró la botella de whisky y rió como lo hacen los idiotas...
La gente se agolpaba a las puertas del local con curiosidad y poco a poco, todo volvió a la normalidad...

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