sábado, 2 de enero de 2016

Jesus, humilde de un barrio de ciudad



En los albores del S.XXI, Dios volvió a nacer. No quiso estrella fugaz en su nacimiento ni tampoco una Semana Santa; tampoco profetas ni discípulos, tan sólo queria vivir una vida cerca de la gente llana sin más...

Su familia era de clase media en un barrio trabajador con delincuentes, malos tratos, droga, paro y mucho corazón para la gente humilde. Sus padres, María y José se querían a pesar de alguna riña o infidelidad ocultada; le pusieron Jesus en nombre al padre de José: su abuelo. A pesar de las tiranteces del poco dinero, Jesus vivió y se educó en una ciudad de un país como cualquier otro país en libertad entre comillas...

Fué a la escuela muy a regañadientes porque no se quería separar de su mamá y fué muy revoltoso para educarlo. Jugaba a las artes marciales y a la guerra como cualquier niño. Aprendía cosas de la vida al ritmo de cualquier compañero y sufría los desengaños de cualquier niño. Abrió los ojos a las injusticias de la vida muchas veces advertidas y otras vividas. A pronta edad conoció el sexo gracias a la televisión y a los archivos de ordenador que le pasaban los amigos cuando sus padres no estaban en casa. A los 13 años se fumó su primer cigarrillo y a los 16, se enamoró de la chica más bonita del barrio. Jesus no sabía que era Diós en su corazón, tan sólo un chico más en aquel barrio de su ciudad...

Antes de ser mayor de edad, le gustaba el Ron con Coca-cola y soñaba una vida mejor para el, sus amigos y toda su familia...No quiso estudiar y tuvo que buscar trabajo por labrarse un futuro y ayudar a sus padres en los gastos de la casa. Sabía que traficar con droga supondría buenos ingresos o, el cotrabando de cigarrillos americanos o alcohol pero, no se decidió...Trabajó de camarero, de carpintero, de portero de discoteca, de lavacoches, asistente de enfermos y barrendero pero, nada le complacía; estaba perdido sin una orientación profesional para llenar su vida...

Con 20 años despues de algunos ligues, conoció al amor de su vida. Se llamaba María Magdalena y antes que el tuvo varios novios. Jesus la amaba y ella a el también. Hacían el amor sin preservativo ni pildoras hasta que María Magadalena quedó embarazada como fruto de aquel superlativo amor.

María Magadalena era costurera y ama de casa y Jesus, pluriempleado sin cotizar a la seguridad social.

Por estos mundos de Dios, Jesus conoció la pobreza y la riqueza de las gentes; la injusticia y lo bajo que puede llegar a ser el ser humano...Recorrió los bajos fondos de la ciudad para alimentar a su mujer y a su bebé exponiendo su vida con valor por ser cabeza de familia pero, se sentía en medio de una jungla donde la gente estaba cada vez más sola y sin recuersos. Se compadecía de los pobres, los drogadictos y de la gente superficial; se entristecía de las personas sin techo por la guerra y de cada sin razón a la que no encontraba razón alguna para desposeer a la persona de algo esencial como el derecho a vivir con dignidad...

Tuvo depresión, ansiedad y hasta quizá en algún momento rozó la locura. María Magadalena sufría por el y su hijo. Le cubría de besos y caricias haciendo el amor con la entrega de lo más sublime...Jesus ya no estaba a veces en el mundo y tenía pesadillas premonitorias sobre el destino del mundo con todos sus avances, cambio climático, guerras y gobiernos...Se le presentó un ángel para decirle quién era y Jesus lloró profundamente hasta que de sus lágrimas fluía sangre bendita de dolor.

María Magadalena no sabía que hacer. Sufría por su marido y su hijo estaba dispuesta a dar su vida en la incertidumbre de un futuro oscuro; lleno de maldad en un tiempo terrible de enemistades, envidias y ostracismo por ser de clase humilde.

Jesus sabía de su condición y también de sus limitaciones para hacer un milagro ya que nació para vivir una vida como cualquier ser humano.

Debido a la tensión nerviosa, Jesus tuvo un derrame cerebral y gracias a ello, vende ahora cupones de minusválido en la puerta de unos ministerios mientras María cose vestidos por encargo...




1 comentario:

Alondra dijo...

Una historia demasiado real para no dejar indiferente...
Saludos afectuosos